De la cultura de la vida.- 4

¿HAY ALGO PERENNE  EN  NUESTRA  CULTURA?

 Alguien ha escrito, con ocasión de la guerra de Iraq, que “de aquí salió la civilización pero nunca volvió”. Es una frase ingeniosa pero injusta. Es cierto que entre los ríos Tigris y Éufrates, hace unos seis mil años atrás, en las amplias llanuras bien regadas y fértiles que los griegos llamaron Mesopotamia (meso = entre; potamos = río) se descubrió la agricultura; así los humanos se hicieron sedentarios; abundó la buena alimentación; crecieron las poblaciones; las aldeas se transformaron en ciudades;  las ciudades en Estados y con ello surgió toda una estructuración social, con poderes y funciones  bien delimitados que permitían ya hablar de verdaderas civilizaciones. Aquí apareció también una escritura ya muy elaborada –la escritura cuneiforme- y un Código legal –el de Hamurabi- que es el más antiguo de los que se conservan.hamurabi (1)

         Pero decir que no volvió la civilización no es verdad. La cultura antigua, en su superposición de lo sumerio-acadio-asirio-babilónico-persa, desapareció cuando Alejandro Magno anexionó estas tierras a su extenso y fugaz imperio, pero después llegaría un nuevo esplendor con la conquista y auge de la cultura musulmana. Con su tercer califa, Omar, se fundaron las ciudades de Kufa y Basora. Cuando comenzaron los califatos de los abbasíes, la corte que había estado en Damasco (Siria), pasó de nuevo a la Mesopotamia y el califa Almansur hizo construir allí la ciudad de Bagdad que quedó como capital del Imperio. Bajo el reinado del nieto de Almansur, Harun al Rashid (años 786 al 809), Bagdad llegó a ser el centro cultural y la ciudad más lujosa y espléndida de toda la Edad Media. Divisiones políticas y religiosas iniciarían, después, la decadencia. Al final serían los turcos los que levantarían un nuevo imperio islámico, muy agresivo, que tuvo en jaque a Europa hasta su derrota en  la batalla de Lepanto (7-10-1571) donde comenzó el declinar del imperio turco otomano y la decadencia cultural del Islam hasta nuestros días.

         Cuando se repara en ese surgir, expandirse y decaer de culturas que llegaron a ser el culmen de la civilización, uno se pregunta ¿por qué desaparecieron? ¿que es lo que les faltó para perdurar? Toda América, del norte, centro y sur, vive, con modos peculiares, de la cultura europea. Y Europa y su cultura, ¿de dónde salieron y por qué es en esta cultura donde se disparó el progreso de la ciencia y de la técnica hasta lograr el mundo de hoy?

         Le preguntaron un día al poeta francés Paul Valéry (1871-1945) ¿qué es Europa? Respondió con sólo tres palabras:

Atenas, Roma, Jerusalén.

Lo cual es muy cierto. Europa es hija de las culturas que tuvieron su centro creador en esas tres ciudades. La cultura griega separó la razón del mito religioso, creando la filosofía, la libertad del ciudadano y llevando a la Bellas Artes a una perfección en cierto modo inextinguible, pues vuelve a aparecer, de algún modo en el Renacimiento de los siglos XV y XVI, en el Neoclasicismo del siglo XVIII y sigue siendo inspiración para arquitectos y escultores de nuestros días.

El filósofo italiano Gianfranco Morra definía como el gran legado de Roma: “conservar la herencia de Grecia pero también algo original: la creación del Derecho y la organización del Estado. Los romanos dejan a Europa el derecho natural que, asumido y profundizado por la filosofía cristiana del Medioevo, constituirá el fundamento del liberalismo moderno y de la democracia. La teoría de los derechos naturales, el iusnaturalismo, constituye la especificidad de Europa. Ninguna otra civilización la ha enunciado. Pensemos en la Islámica, donde falta por completo: no existe ley natural, sino sólo revelada, totalmente contenida en el Corán, texto a la vez religioso y político. Europa funda en los derechos naturales la distinción entre legalidad y legitimidad. Los derechos del hombre no proceden del Estado; los posee antes de formar parte del Estado, por su misma naturaleza.”

images (3)Más sorprendente es que de un pequeño pueblo, Israel, nómada primero y esclavo después, sin grandes desarrollos culturales comparándolo con los imperios con los que convive (Babilonia, Egipto, Roma) salga la idea y la fuerza religiosa de un Dios único, Creador, Providente y Misericordioso. Pero si con la Creación y la Alianza de la revelación hebrea Dios entra en el mundo, el cristianismo llegará más allá con un Dios hecho  hombre y Salvador del hombre.

El historiador Federico Chabod, con la imparcialidad y frialdad científica del auténtico historiador, ha dicho: “No podemos no ser cristianos, aunque no sigamos las prácticas del culto, porque el cristianismo ha modelado nuestro modo de sentir y de pensar hasta extremos indelebles; la diferencia profunda que se da entre nosotros y los antiguos, entre nuestro modo de sentir la vida y el de un contemporáneo de Pericles o de Augusto, se debe a este gran hecho, el mayor hecho sin duda de la historia universal, que es el verbo cristiano.”

Algunos piensan, no sin razones que la cultura europea está en decadencia y puede llegar a desaparecer. No es imposible si se toma en el sentido estricto de europeo-occidental, pero en cambio no es posible si se refiere al fondo o núcleo esencial de la misma, el cristianismo, que primero fue judío, luego romano, bárbaro, feudal, europeo, americano y después africano y asiático. CristianismoEl cristianismo no está hecho para lograr una cultura propia, cerrada y perecedera, sino para ser la sal y la luz de cualquiera de las civilizaciones que vayan apareciendo y que quieran llevar en ellas algo de eternidad.*

 

 

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2 respuestas a De la cultura de la vida.- 4

  1. ana gabriela dijo:

    Hola amigo, como siempre BRILLANTE!!!!!
    Gabriela

  2. Carlos dijo:

    Gracias por este documento, es una gran aportación a nuestro inventario cultural, aclara en alguna medida lo que vemos hoy en el medio oriente, en cuanto a la pugna por esos territorios mesopotamicos

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