Leo, con tristeza, los asesinatos de estudiantes, a mano de otros estudiantes. Y enseguida contemplo como el debate consiste en tirarse “la papa caliente” entre el gobierno, los partidos políticos, los educadores, la policía, los padres, los medios de comunicación, etc. Creo que el diagnóstico de donde radica el mal no es difícil. Lo difícil es cómo combatirlo y mucho más cómo erradicarlo.
El problema es un problema ético. Y la Ética, como ciencia y actividad humana está por encima de la alta matemática, la ingeniería y biología más de vanguardia y es mucho más importante para el logro del ser humano que el deporte, la técnica o la economía. Pero el ser humano es así. Ha inventado la música de cámara, pero también la cámara de gas. Del átomo puede sacar energía para iluminar o para achicharrar a millones de sus semejantes. Es cuestión de elegir pero no da lo mismo lo que se elija.
Creo que todos estamos de acuerdo, al menos en teoría, que el primero y más importante punto negativo para fabricar jóvenes violentos está en los males de nuestra estructura familiar. El divorcio, por muy aceptado que esté en nuestra sociedad, es y será siempre un mal que psicológicamente daña fundamentalmente a los hijos. Matrimonios estables, son los menos. Hogares destruidos o incompletos, los más. Padres que asuman con generosidad, esfuerzo y sacrificio, el papel imprescindible de formar y educar a sus hijos en virtudes morales, pocos. Y los hijos –para bien o para mal- aprenden de sus padres –cuando conviven con ellos- lo que les ven hacer, mucho más que lo que les oyen decir. De hogares deshechos o de padres consentidores –pésimo es que alguien se críe haciendo lo que le da la gana-, salen la mayoría de los adolescentes con problemas de conducta.
El segundo obstáculo está en la escuela y en la universidad. Si el joven que llega a ellas, viene con una personalidad fuerte y bien formada en virtudes positivas, podrá capear los malos ejemplos que reciba de compañeros y/o profesores. ¿Pero qué valores morales se aprenden en nuestros medios educativos? Ahí hay una gama muy diversa de elementos positivos o negativos, según los diversos centros docentes. He ahí un reto para el Ministerio de Educación y para todos y cada uno de los que nos dedicamos a la docencia. De todas formas hay que señalar la insuficiencia de las enseñanzas humanísticas. La mayoría de los que llegan a la universidad no tienen una idea clara de lo que es un ser humano, donde radica el valor de la libertad; no han estudiado ni ética ni antropología filosófica, ni historia universal, ni saben a qué cultura pertenecen. Problema peliagudo pues no sé qué es peor, que no sepan nada o que les hayan enseñado que son sólo el más inteligente de los animales o un conjunto de órganos e instintos, o que el fin de la vida está en el placer, que la historia universal se explica por la lucha de clases o por el triunfo de las revoluciones y que el progreso de la ciencia y de la técnica solucionará todos los problemas humanos en un futuro próximo. ¿Qué es peor? ¿la ignorancia supina o la pseudocultura de los dogmas de la Ilustración, del freudismo o del marxismo impenitente?
El tercer obstáculo es el ambiente. Es mucho peor la contaminación del ambiente moral que nos rodea, que la del aire físico que respiramos. ¿Qué modelos personales y qué conductas morales se les muestran con más insistencia a los jóvenes en el cine, TV, y en las canciones y conjuntos musicales? ¿Acaso no se presenta con insistencia como el camino más corto para la felicidad, el rehuir el esfuerzo, el sacrificio y el trabajo duro? Las metas ideales aparecen identificadas con el dinero fácil, la autorrealización egoísta, mucho sexo sin responsabilidades morales ni familiares, y el mayor número posible de lujos y caprichos, satisfechos cómodamente. Sólo unos jóvenes educados desde pequeños en los principios morales del Decálogo y ejercitados diariamente en el robustecimiento de la propia voluntad, en el esfuerzo, en la disciplina y el cumplimiento del deber, en la sinceridad y la lealtad, en el estudio y en el espíritu de servicio a los demás, sólo jóvenes pertrechados con esas virtudes son capaces de vivir a contra corriente y no ser contaminados por ese ambiente adverso.
No terminan ahí los obstáculos. De los países desarrollados y de la copiosa ayuda internacional –léase varios departamentos de la ONU y muchas ONGs, – deberíamos recibir estímulos éticos y en cambio recibimos, con fuertes respaldos monetarios y presiones políticas, ayuda para la pérdida de los valores religiosos y éticos, para facilitar la manipulación de las masas, disfrazadas con bellas palabras de libertad –léase irresponsabilidad-, derechos del niño o del adolescente –léase fornicación-, sexo seguro –léase condón y píldoras anticonceptivas-, salud reproductiva –léase aborto-, igualdad de género –léase lesbianismo, orgullo gay, travestismo y otras patologías sexuales-. Cuanto más ignorantes y sinvergüenzas seamos, mejor para ellos; porque así seremos más fáciles de manejar.
Pero debo señalar, que a pesar de todos esos inconvenientes y factores negativos, contra lo que pudiera parecer, la violencia y los delitos entre estudiantes han disminuido en muchos sitios, con respecto a años anteriores. Eso demuestra que también hay gente que trabaja bien y para el bien. Y que la naturaleza humana, aunque padece de vértigo moral y le atraen los abismos, tiene también esa chispa divina que le impulsa a volar y amar las alturas, mientras no le corten las alas o le cieguen los ojos.*

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