
Todavía hay gente que no sabe, no cree o no quiere creer que la ONU es una de las entidades más culpables del desastre moral y la infelicidad de tantos jóvenes de tantos países. Un Artículo de Nicholas Dunn (N.York, 29-julio-2011; C-FAM) fue muy revelador de cómo la ONU no solo no ayuda, sino que entorpece el papel renovador de la sociedad que promueven jóvenes con visiones positivas. Señala ese artículo que cuando un joven asistente a una Conferencia de la ONU sobre la Juventud se puso de pie para formular una pregunta y se identificó con una ONG pro-vida, el moderador del evento le informó que el panel no estaba interesado en escuchar su punto de vista. Tal desinterés en el debate con los jóvenes caracterizó la reunión conclusiva del Año Internacional de la Juventud de las Naciones Unidas, titulada «Diálogo y entendimiento mutuo». Título de una falsedad insultante.
Dunn relató así algunas de las sucias maniobras de los dirigentes de dicha reunión: Semanas antes de la conferencia, los organizadores obligaron a las ONG a limitarse a enviar cinco jóvenes, a pesar de que muchos de ellos ya habían recibido sus cartas de admisión y habían organizado sus viajes. Un representante del Programa de la ONU para la Juventud dijo a Friday Fax que, dado que más de 1.200 jóvenes se habían inscripto para la conferencia, los organizadores se vieron obligados a limitar la concurrencia y la participación debido a la falta de espacio y por razones de seguridad.
Durante la primera mañana, muchos jóvenes se presentaron para acreditarse, con cartas de admisión en mano, sólo para ser rechazados. Lo que es peor, la sala de la Asamblea General permaneció vacía la mayor parte de la conferencia. Muchos de los jóvenes asistentes estaban desconcertados ante la escasa concurrencia y participación de la juventud.

En su discurso de apertura, el secretario general Ban Ki-Moon preguntó a los asistentes si podía hacerse más por la juventud. Su pregunta fue respondida con un rotundo «sí» del grupo presente. No obstante, muchos sintieron que la ONU sólo hablaba de la boca para afuera a los jóvenes.
Con frecuencia, los moderadores de los eventos paralelos no otorgaron tiempo para la interacción entre los panelistas y los jóvenes. En uno de estos eventos, que abordaba el VIH y el sida, titulado «Fuego cruzado: un diálogo entre jóvenes líderes y dirigentes de políticas», cinco jóvenes fueron preseleccionados y se les dieron preguntas escritas. En muchas reuniones, sólo hablaron ministros y jefes de estado, mientras los jóvenes asistentes escuchaban.
La mayoría de los temas de la juventud debatidos en la conferencia se refirieron a la agenda de «los derechos y la salud sexual y reproductiva». El Fondo de Población de la ONU patrocinó nueve eventos paralelos, muchos de los cuales se centraron en la promoción de los «derechos sexuales» de los jóvenes como ser la educación sexual integral y la abolición de las leyes de consentimiento parental, así como también la anticoncepción y la despenalización del aborto.
Cuando los que inculcan estos falsos derechos recibieron preguntas de jóvenes pro-vida, no contestaron nada; simplemente los ignoraron. Rara forma de entender el diálogo y el entendimiento mutuo.

Señaló Dunn en ese artículo que durante una reunión patrocinada por Y-PEER, rama joven del Fondo de Población, un joven asistente citó datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que revelan un incremento del 190% en el riesgo de contraer cáncer de mama para las mujeres que usan anticonceptivos orales durante al menos dos años antes de la edad de veinticinco. Los panelistas reaccionaron con desazón ante el uso de esas estadísticas y desacreditaron la información. Sin embargo esa información es correcta y ya hace tiempo que estaba comprobada y aceptada por los científicos.
La abrumadora presencia y aumento mundial de la juventud a favor de la vida y de la familia, contrastan fuertemente con la agenda de la ONU que sigue promoviendo una salud que no es salud, ni moral ni física. Es patente que la sexualidad que promueven anula la patria potestad de los padres sobre sus hijos, es destructora de la familia, altera la salud psíquica de muchas de las mujeres que abortan y facilita, especialmente en los jóvenes, las infecciones, de transmisión sexual, incluyendo el Sida.
Y uno se pregunta: ¿Cómo es posible que las naciones no se hayan rebelado todavía contra esta nefasta anticultura que promueve la ONU?*
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